Pasamos nuestro tiempo acomodando esas tribus, disponiéndolas de otro modo, eliminando algunas de ellas, haciendo prosperar otras. Y todas esas poblaciones, todas estas multitudes no impiden el desierto, que es nuestra propia ascesis; al contrario, ella lo habitan, pasan por el, sobre el [...] El desierto, la experimentación sobre si mismo, es nuestra única identidad, nuestra única alternativa para todas las combinaciones que nos habitan.
G. Deleuze, Ibid,. pp 15-16