Cuando bajamos de las montañas, cargando a nuestras mochilas, a nuestros muertos y a nuestra historia; venimos a la ciudad a buscar la patria, la patria que nos había olvidado en el último rincón del país, el rincón mas solitario, el mas pobre, el mas sucio, el peor.
Ya se mira el horizonte.
Empezamos los dos a fumar. Yo rompí el silenció y le pregunté cómo había encontrado el camino de regreso. — No lo encontré — me responde el Viejo Antonio — No estaba ahí. No lo encontré. Lo hice. Como de por sí se hace. Caminando pues. Tú te pensaste que el camino estaba en algún lado y que tus aparatos nos iban a decir hacia dónde había quedado el camino. No. Luego te pensaste que yo sabía dónde estaba el camino y me seguiste. Pero no. Yo no sabía dónde estaba el camino. Lo que hacer el camino juntos. Así que lo hicimos. Así llegamos a donde queríamos. Hicimos el camino. No ahí estaba. — Pero, ¿por qué me dijiste que cuando uno no sabe que es lo que sigue hay que mirar para atrás? ¿No es para encontrar el camino de regreso? — pregunté. — No pues — responde el Viejo Antonio — No es para encontrar el camino. Es para ver dónde te quedaste antes y qué es lo que pasó y qué querías. — ¿Cómo? — pregunto ya sin pena. — Sí pues. Volteando para mirar atrás te das cuenta dónde te quedaste. Así puedes ver el camino que no te hiciste bien. Si miras bien para atrás te das cuenta que lo que querías es regresar y lo que pasó es que tú respondiste que había que encontrar el camino de regreso. Y ahí está el problema. Te pusiste a buscar un camino que no existe. Había que hacerlo — El Viejo Antonio sonreía satisfecho. — Pero, ¿por qué dices que hicimos el camino? Lo hiciste tú, yo nomás caminé detrás tuyo — le dije un poco incómodo. — No pues — sigue sonriendo el Viejo Antonio — No lo hice yo solo. Tú también lo hiciste porque un tramo lo caminaste tú adelante. — ¡Ah! Pero ese camino no sirvió — lo interrumpo. — Sí pues. Sirvió porque así supimos que no sirvió y entonces no lo volvemos a caminar o sea a hacer, porque nos llevó a donde no queremos y entonces podemos hacernos otro para que nos lleve — dice el Viejo Antonio. Yo lo quedo viendo un rato y le aventuro: — Entonces, ¿tú tampoco sabías si el camino que estabas haciendo nos iba a traer hasta acá? —No pues. Sólo caminando se llega. Trabajando pues, luchando. Es lo mismo. Así se dijeron los grandes dioses, los que nacieron el mundo, los primeros. — El Viejo Antonio se pone de pie.
"Mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños harán cosas pequeñas que transformaran al mundo."